proveniente, no proviniente ni provinente

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Proveniente es el adjetivo derivado de provenir y significa ‘que proviene’, esto es, ‘que procede de un lugar’, por lo que, tal como recoge el Diccionario panhispánico de dudas, no son correctas las formas proviniente ni provinente.

Sin embargo, pueden encontrarse en los medios de comunicación frases en las que aparecen las grafías inapropiadas: «La playa está hecha de olivina mineral proviniente de un volcán cercano» o «La producción, provinente de la ópera de Oviedo, era modesta en lo material…», donde lo adecuado habría sido emplear proveniente.

Esta confusión parece deberse, por un lado, a la influencia del cambio de la -e- en -i- que tienen las formas con raíz tónica de este verbo (provine, provino, etc.) y, por otro, al hecho de que los adjetivos correspondientes tanto de venir como de otros verbos derivados de él sí presentan dicho cambio vocálico: viniente, interviniente (de intervenir).

Es una recomendación de la Fundéu.es

informar de que e informar que, construcciones correctas

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Cuando se emplea el verbo informar, aquello sobre lo que se informa puede introducirse con un complemento con de (informar de algo) o mediante un complemento directo, sin preposición por tanto (informar algo), de acuerdo con la Nueva gramática de la lengua española.

En los medios de comunicación se observa alternancia respecto al modo de construir esta clase de frases: «El Gobierno egipcio, por su parte, informó de que los fallecidos habían intentado escapar», «Las autoridades informaron de que abrirán una investigación para tratar de esclarecer las causas del accidente» o «Informan que Lula se sometió a pruebas médicas».

Tanto la construcción informar de que, mayoritaria en España, como informar que, más extendida en América, se consideran adecuadas, de acuerdo con la Academia. En este sentido, el Diccionario panhispánico de dudas precisa que, pese a esta distinción inicial por países, entre los hablantes cultos de América puede darse también la primera variante (informar de que).

Cualquiera de los ejemplos anteriores, por consiguiente, resulta apropiado.

Es una recomendación de Fundéu.es

Con b de buena...

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Ya sabemos lo que opina Gabriel García Márquez sobre la ortografía porque lo expresó con toda contundencia en el Congreso de la Lengua Española celebrado en México, en 1997. Entonces, revolucionó el debate sobre nuestro idioma con el llamamiento:
Jubilemos la ortografía, terror del ser humano desde la cuna: enterremos las haches rupestres, firmemos un tratado de límites entre la ge y la jota, y pongamos más uso de razón en los acentos escritos, que al fin y al cabo nadie ha de leer lagrima donde diga lágrima, ni confundirá revolver con revólver. ¿Y qué de nuestra be de burro y nuestra ve de vaca, que los abuelos españoles nos trajeron como si fueran dos y siempre sobra una? 
A lo que Octavio Paz respondió:
El habla evoluciona sola, no tiene por qué proclamar ni declarar la libertad de la palabra, ni su servidumbre. Muchas de las expresiones que García Márquez propuso para sustituir las conjugaciones actuales son arcaicas. Tampoco estoy de acuerdo con la supresión de la hache. Si queremos saber adónde vamos hay que saber de dónde venimos. 
Y se podría decir que son ciertas ambas cosas: la forma de escribir las palabras desvela su etimología… y, por otra parte, la ortografía, muchas veces, nos complica la vida. "Escribir como se pronuncia" , es el lema de algunos: que se instale una correspondencia unívoca entre sonido y letra, y si no hay sonido (el caso de la h), pues que no haya letra que represente esa falta.  
Pero ciertamente la h y las distintas variantes para escribir los mismos sonidos (b/v, g/j, en algunos contextos, s, c y z, dependiendo de la región) están incorporadas de forma totalmente consensuada. Son convenciones que los hispanohablantes ya aceptamos. Funcionan porque todos los hablantes convenimos (de modo implícito) en llamar a las cosas por los nombres con que las llamamos. Y porque acordamos escribirlas de un cierto modo: el modo que las academias de la lengua muestra. 
Como principio general, al menos en la actualidad, las academias no buscan imponer formas, sino recoger los usos más difundidos (y no necesariamente los más prestigiosos) y mostrarlos como modelos. El beneficio que se busca es evitar la dispersión gráfica y guiar la pronunciación de las palabras. El criterio es que si hay una forma escrita conocida, estable y aceptada por sus hablantes, es la que se debe mantener para asegurar la comunicación: para que todos entendamos, a partir de una palabra o expresión, lo mismo. 
Y para que haya más palabras y menos confusión… si existe cazar, en el sentido de 'atrapar un ser vivo' y casar, en el sentido de... bueno, no hace falta ser redundantes (jeje…), el hecho de que dispongamos tanto de la s como de la z puede tener sentido.